Estar en una relación puede ser una experiencia increíble. Sin embargo, es posible que seamos parte de una relación tóxica donde nos sintamos incómodas, mal, aisladas, inseguras o hasta lastimadas. Las relaciones interpersonales representan una red infinita de experiencias, emociones y oportunidades para entablar amistades, lazos familiares y un fuerte vínculo con nuestra pareja. Son un área en nuestra vida que nos nutre de bienestar, de alegrías y mucho crecimiento personal. Es normal que dentro de nuestra relación en pareja pueden surgir peleas, discusiones y desacuerdos. Pero, si no nos percatamos o solucionamos a tiempo, pueden aparecer algunas conductas que conviertan la relación en una relación tóxica.
Aquí te dejamos algunas señales que, con algo de tiempo a solas y mucho esfuerzo, podremos evaluar y notar dentro de nuestra pareja:
Eres codependiente
Tienes una necesidad constante de afecto, de palabras de afirmación y de sentimientos agradables que permitan satisfacer un vacío emocional. Esta insistencia por nuestra pareja puede llevarnos a buscar su aprobación constantemente, a preocuparnos en exceso por esa persona, a tener miedos irracionales como el “¿qué será de mí si hay una ruptura?”, hasta no soportar la soledad.
Adiós familia y amigos
Comenzamos a alejarnos de nuestra red de apoyo más grande que son nuestros amigos y nuestros familiares más cercanos. Los alejamos con el argumento de que sin gente alrededor, nuestra relación puede prosperar mejor. Sin darnos cuenta, nos aislamos y deterioramos los vínculos con los demás.
Tienes baja autoestima
El autoestima es un conjunto de apreciaciones que tenemos sobre nosotras mismas: nuestra imagen, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y la autopercepción que tenemos de nuestro valor como personas. Sin embargo, cuando estamos dentro de una relación tóxica, la tendencia es que seamos más duras con nosotras y dejemos pasar las faltas de nuestra pareja como si fuera perfecta. Es decir, soportamos y justificamos que haya sido frío, violento o indiferente. Poco a poco, nuestra autoestima se deteriora, llevándonos a sentirnos insatisfechas “sin saber por qué”.
Las relaciones tóxicas nos hacen sentir pequeñas o que no somos importantes. Perdemos nuestro valor y toda confianza en nuestras acciones, decisiones y/o pensamientos. Tenemos miedo a alzar la voz y que escuchen nuestras necesidades o lo que queremos con tal de no crear un conflicto.
Nuestra pareja es controladora
De pronto, nuestra pareja decide por nosotras desde el tipo de ropa que puedes o no usar, las personas con las que podemos o no salir, los gustos que debemos tener, las formas en cómo debemos tratar a los demás, etc. Lo que nos hace perder autonomía y nuestra individualidad.
Ocurren actos de violencia
Muchas veces, llegamos a nuestro límite y volvemos a tomar control de nuestra vida. Sin embargo, a nuestra pareja no parece agradarle ese cambio y lanza amenazas y/o “ultimátum” que se vuelven más comunes si no hacemos las cosas como esa persona quiere. Poco a poco, se convierte en alguien que no nos apoya, que carece de afecto y empatía hacía nosotras, respondiendo de formas agresivas como la humillación, la crítica, la comparación con otras personas o insultos constantes.
Tienes que cambiar
Tanto nuestra pareja como nosotras esperamos que la situación cambie. Por un lado, creemos que nuestro amor es lo suficientemente fuerte para revertir sus conductas o las indiferencias del otro. Mientras que, por otro lado, la otra persona espera que cambiemos nuestra forma de ser para que se ajuste a su idea irrealista de “la pareja perfecta”.
Heridas que no sanan
A veces no nos damos cuenta que los sentimientos que producimos después de estas experiencias se convierten en heridas. El miedo, la culpa y la obligación se convierten en tres pilares que nos hacen sentir mucho dolor y que, además, representa este tipo de relaciones tóxicas.
Es importante reconocer que las relaciones están conformadas por dos personas que sienten, piensan y viven de formas diferentes. Por tanto, es normal encontrarse con pequeños tropiezos que nos ayudan a conocernos y fortalecernos como pareja. Sin embargo, eso no debería ser razón para dañarnos. Si lo malo excede lo bueno, significa que algo no está bien.
Nosotras podemos ser el problema
Tanto las relaciones sanas como las tóxicas se construyen a partir de experiencias, comportamientos, conductas y cuán dispuestas estemos para mejorar para nosotras mismas. A veces, la otra persona no es precisamente el que reproduce estas señales, sino podemos llegar a ser nosotras.
Nunca hay que olvidar que con el pasar el tiempo podemos cambiar de opinión o generar nuevos hábitos, por eso pregúntate: ¿qué creencias y pensamientos tengo sobre la vida?, ¿qué pienso acerca de los hombres y de las mujeres?, ¿qué creencias tengo sobre el amor?, ¿son realistas o no?, ¿de dónde vienen?, ¿cómo funciono como pareja?, ¿qué pienso sobre mí misma?, ¿qué me mantiene dentro de la relación?, ¿quisiera estar en otro lugar?, ¿esta persona y yo nos hacemos bien?, ¿nos hacemos crecer?, ¿qué hay en la relación que me produzca dolor?, ¿se puede resolver?
Recuerda que cualquier relación, sin importar el grado en que se encuentre, entran a nuestra vida para que sumen y aporten algo. No están hechas para que nos quiten o nos roben la paz. Por último, entiende que no estás sola y que dentro de tu país también existen redes de apoyo y asistencia para apoyarte. ¡Tú siempre vas primero!